"Ermita de la Virgen de la Zarza"


La ermita de la Virgen de la Zarza, Patrona de Cañete, se ubica extramuros de la población junto a la puerta del mismo nombre. Santuario de profundas devociones, es el epicentro religioso de la villa.

El origen del culto mariano en este lugar hay que buscarlo en los siglos XIII o XIV, según la tradición a raíz de la aparición en los alrededores de una imagen sobre un zarzal. Se construyó por entonces una primitiva ermita casi adosada a la muralla, de escaso tamaño y fábrica deleznable. Nada queda de aquel primer templo salvo la espadaña exenta, para cuya construcción se aprovechó un paredón de la muralla islámica. De rústica construcción y sin estilos identificables, la espadaña ha sobrevivido al paso del tiempo.

La ermita actual es el segundo edificio de esta función, reedificado en estilo barroco rural durante los siglos XVII y XVIII. Sin duda se buscaba una mayor capacidad y una mejor calidad constructiva acorde con el auge de los cultos. Tanto exterior como interiormente el edificio es de gran sencillez y sobriedad, aunque de dimensiones considerables. Presenta planta rectangular de una sola nave dividida en cuatro tramos más el camarín. La portada es de arco de medio punto, sin adornos. En el interior hay que destacar las vistosas zapatas del coro. La talla de la Virgen es obra románica de transición al gótico, muy reformada por policromías posteriores y vestida en los años barrocos.

La ermita vive los momentos más emotivos del año durante la Fiesta de la Virgen, los días 7 al 12 de septiembre. Otro momento entrañable es el canto de los Mayos, el día 30 de abril.

Los orígenes del culto a la Virgen de la Zarza son tan antiguos como oscuros, hecho frecuente en este tipo de devociones marianas rurales. La leyenda de la aparición es una de las más peculiares de la provincia de Cuenca, ya que se aparta de los patrones hagiográficos de aparición de imágenes sacras.

Según esta leyenda, la imagen de la Virgen originalmente habría estado colocada sobre el portón de la iglesia-fortaleza de la cercana villa de Castielfabib, en el reino de Valencia. De ahí se trasladó milagrosamente a Cañete durante la noche para ser encontrada por los vecinos al amanecer, con el lógico entusiasmo. Enterados del hecho los de Castiel reclamaron la imagen, que creían robada por los castellanos. Mal que bien los cañeteros consintieron en su devolución para evitar males mayores, y la imagen fue llevada de vuelta a Castielfabib y custodiada. De nada sirvió: a la noche siguiente la talla de la Virgen volvió a trasportarse de forma portentosa hasta Cañete. Creyéndose burlados por segunda vez, las gentes de Castiel formaron hueste y atacaron por sorpresa las tierras cañeteras, talando la vega y poniendo cerco a la población sin conseguir tomarla. Cuando ya se retiraban cargados con el botín fueron asaltados a su vez por un ejército reunido a toda prisa en las aldeas castellanas de frontera. El combate fue adverso a los de Castiel, que fueron desbaratados y se retiraron en desorden. Tiempo después se pactaría una avenencia por la cual Castielfabib renunciaba definitivamente a la imagen de la Virgen, en tanto que los de Cañete, en compensación, cedían a la villa valenciana las hojas ferradas de la Puerta que desde entonces se llamó de la Virgen.

Detrás de su aspecto religioso la leyenda parece tener una base histórica firme en los enfrentamientos que mantuvieron las villas castellanas, aragonesas y valencianas de frontera por cuestión de delimitación de términos, pastos y control de la actividad ganadera, sobre todo entre los años de 1250 y 1340. Desgraciadamente son muy poco conocidos los hechos bélicos fronterizos, casi siempre de carácter local y promovidos por los concejos de villa, alguno de los cuales daría origen a la leyenda de la Virgen de la Zarza.